" No he mentido ni una
sola vez "
(Dixit. El País.06.03.04)
D. EDUARDO $ ZAPLANA HERNÁNDEZ-SORO (Conocido en Valencia y dentro de muy poco en el mundo entero como el de "las nuevas oportunidades", . para los amigos, familiares y allegados en general |
Zaplana : "Le pides dos millones de pelas o tres de lo que quieras". (refiriéndose a la compraventa de un solar) Palop ."si tenemos que repartir, macho... tenemos que pedirle un poco más". Zaplana. "Claro un poquito más. Yo es que no sé ni lo que vale el solar ni nada( ) lo que te dé, y me das la mitad bajo mano". Conversaciones comprometedoras de D. Eduardo ( Ver Integras ) |
II ) TRAYECTORIA SEMIPROFESIONAL Y SOBRE TODO POLÍTICA
DE ENTRADA : SIN OFICIO , NI BENEFICIO, PERO BIEN CASADO
LA ALCALDÍA DE BENIDORM: DE LA MANO DE UN TRÁNSFUGA
en 1991, nuestro Partido se encuentra en pleno proceso de reconstrucción (refundación que decía nuestro líder cósmico),a)
en las comarcas de la provincia de Alicante, nuestra queridísima AP nunca había tenido una fuerza excesiva,b)
los cuadros y dirigentes históricos de AP son escasos y entrados en años. Tercera edad. Batalla de Brunete. División Azul.c)
el Partido sólo controla dos de los ayuntamientos principales de la provincia (Benidorm y Orihuela)d)
una parte importante de los sectores económicos predominantes en Alicante están ligados a la construcción, al turismo y a la economía sumergida que invierte el dinero negro en el sector inmobiliario.Es decir proclives a entendernos.f)
DE ALICANTE A VALENCIA : UN LIBERAL ACCIDENTAL
PRIMERA LEGISLATURA: ENTRE EL MEDITERRÁNEO Y EL PODER VALENCIANO:
EL REPARTO DEL POLLO
SEGUNDA LEGISLATURA: ¿BARÓN RAMPANTE O VIZCONDE DEMEDIADO? VAYA USTED A SABER..........
AHORA O NUNCA : MADRID ME MATA
III ) OTROS DATOS DE INTERÉS EN FASE DE ANÁLISIS Y ESTUDIO
- Relación ciertamente curiosa con la Seguridad Social
Amistades periodísticas de las de verdad:
Amistades profesionales , empresariales y políticas:
MARUJA SÁNCHEZ Y SU FAMILIA HAN COBRADO MÁS DE 260 MILLONES DE LA ADMINISTRACIÓN DESDE QUE DIO SU APOYO A EDUARDO $ ZAPLANA EN 1991
Fue el más llamativo cambio de chaqueta o, si se prefiere, de faralaes de la democracia valenciana en los albores de los noventa. Once años después, aquel repentino cambio de ideario político rezuma una impúdica fertilidad. Fue un voto tránsfuga con pingües beneficios para el sujeto activo: la malagueña Maruja Sánchez Trujillo, ex bailarina flamenca; y para el pasivo: el cartagenero Eduardo Zaplana, un novel abogado que hacía sus primeros pinitos en la política. La primera, y su entorno familiar, han exprimido la teta pública sin tregua: en 11 años y en concepto de sueldos de las arcas públicas ya han sacado más de 260 millones de pesetas. El segundo pasó como un ciclón desde la alcaldía de Benidorm hasta el Palau de la Generalitat y, ante su sólida hegemonía política, le ha llevado a poner una pica en Bruselas.
La jornada del 22 de noviembre de 1991 supuso un punto de inflexión para el gobierno municipal de Benidorm, en particular, y, por extensión, para el futuro político de la Comunidad. Maruja Sánchez, que había sido elegida concejal en la lista del PSPV, secó la dilatada presidencia del socialista Manuel Catalán Chana al frente de la alcaldía. Tras desaparecer unos días del mundo de los vivos, la edil reapareció para apoyar una moción de censura y despojó a Chana de la vara mando, que pasó a manos de Eduardo Zaplana. Los populares se aprestaron a recompensar el gesto de Sánchez. Durante todo ese mandato la edil asumió, con dedicación exclusiva, las delegaciones de Servicios Sociales y Cultura. Además, el PP blindó la seguridad personal de Maruja con dos guardaespaldas que sólo en horas extras percibieron 9,6 millones de pesetas en tres años. Maruja Sánchez no participó en las siguientes elecciones, pero el PP, con Zaplana ya instalado en la cúspide de la Generalitat, no la olvidó, y la ex edil pasó a ingresar la nómina de cargos de confianza, o sea nombramientos a dedo.
Maruja Sánchez fue nombrada coordinadora del área de Cultura a cambio de 250.000 pesetas netas al mes. Sánchez todavía hoy mantiene esa condición (cargo de confianza), como jefa del negociado municipal en la plaza de toros. En total, en estos 11 años Maruja Sánchez ha obtenido, sólo en concepto de sueldo, más 62 millones de pesetas, procedentes de las arcas públicas.
La tránsfuga no ha estado sola en su ya amplia etapa en la Administración pública. Su voto fue un imán que atrajo a personas de su entorno al brasero de los fondos públicos. Primero, Maruja Sánchez aprovechó la calidad de su voto para introducir en el Consistorio a cuatro personas de su entorno, una de ellas su nuera, que en total han percibido del Ayuntamiento cerca de 180 millones de pesetas. Luego, Maruja se acordó de su marido, Pedro Martínez, que en 1995 entró en el Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante, como asesor y con un sueldo de 300.000 pesetas al mes, merced a una resolución de presidente de la Diputación, el popular Julio de España. Martínez sigue de bombero público.
El último de la saga Sánchez que ha pasado a integrar la nómina pública ha sido su hijo, contratado en 1999 como auxiliar administrativo en la delegación de Canal 9 en Alicante. El sueldo de esta categoría en 2000 era de 2.845.363 pesetas brutas anuales.
El voto de la tránsfuga Maruja conllevó otras prebendas: unas más explícitas que otras. La ex edil fue denunciada por supuesto tráfico de influencias el denominado caso Fayvi (una empresa de servicios en cuyo accionariado participaba uno de los guardaespaldas de la entonces concejal). El juez archivó el caso en abril de 1997. En los meses posteriores a la moción de censura, Sánchez y su marido pasaron a ser clientes preferentes de los bancos. La ex concejal logró sin mayores agobios dos créditos de 35 millones en sólo tres meses. Además, el matrimonio, pese a contar con embargos por impagos bancarios, logró adquirir una finca de 300.000 metros cuadrados.
Tras la polvareda de la moción y despojarse de su condición de cargo público, la ex bailarina de flamenco se parapetó, más y más, en las funciones que a dedo le había asignado el PP desde la alcaldía de Benidorm, y su vida social casi se ha disipado.
El beneficiario del voto tránsfuga ha recorrido un camino a la inversa: del anonimato, al estrellato. Una vez instalado en el nada desdeñable escaparate público de Benidorm, Zaplana se hizo con el control del PP valenciano. Con sus huestes alicantinas, por el sur, y la guerrilla frabrista, por el norte, rodeó Valencia. En un visto y no visto, derrotó a Rita y la confinó, embutida en vestidos rojos, en la alcaldía de Valencia.
Tras hacerse con el liderazgo regional del PP, Zaplana miró a Lerma y captó el elevado grado depresivo de la esfinge.
Entonces, lanzó un fogonazo, inundó el escenario electoral de humo y aplastó a la alicaída tropa socialista.
(Publicado en El País. Edición Valencia el 4.03.02)
LA DOBLE MORAL DE EDU $ ZAPLANA
LA FRASE
" Un encuentro de esas características ( Rovira -ETA ) es inmoral
desde cualquier punto de vista y exijo una respuesta inmediata a los responsables del PSOE
tienen que posicionarse y decir no solamente que condenan este tipo de actuaciones, sino
que tienen que decir claramente qué van a hacer y si van a seguir valiéndose de esos
apoyos políticos y electorales y de esos votos para poder tener la representación de un
gobierno autónomo en un momento determinado".
(Edu $ Zaplana. Alicante. Reunión PP.26 de enero de 2004 )
LOS HECHOS
El actual ministro de Trabajo y Portavoz del, Eduardo $ Zaplana, se reunió en el Palacio de la Generalitat Valenciana con el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, en el año 2000. Entonces Zaplana era el president de la Generalitat. Las FARC, como ETA, son consideradas por el gobierno una organización terrorista, como se explica en la página web del Ministerio del Interior que cita la clasificación de organizaciones de la UE .Las FARC, y también ETA, están incluidas en la la lista de organizaciones 'terroristas' del gobierno norteamericano.
Zaplana, se reunió en el Palacio de la Generalitat Valenciana con el comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, en el año 2000.
LA GUERRA DEL PP: CAMPS Y ZAPLANA CARA A CARA
"Una de dos, o Paco (Camps) ha sido en estos últimos años un actor magnífico que nos ha engañado a todos, o ha pasado algo". Un veterano militante del Partido Popular que llegó a ser diputado en las Cortes Valencianas no consigue explicarse el porqué, ni el cómo, ni el cuándo comenzaron las diferencias entre el actual presidente de la Generalitat y su antecesor en el cargo y ahora responsable del Ministerio de Trabajo y portavoz del Gobierno, Eduardo Zaplana. En realidad son muy pocos los que se atreven a decir aquí empezó todo, y quienes se atreven no se ponen de acuerdo ni en las fechas ni en las causas. Unos sitúan las primeras fricciones en diciembre del año pasado con el estallido del caso Aguas de Valencia. Otros creen que el anuncio de Camps de aspirar a la presidencia regional del Partido Popular, sustituyendo en el puesto a Zaplana, provocó una inestabilidad política innecesaria ante las próximas elecciones generales. Desde el ministerio se pronuncian lacónicos: "Si hubiéramos sabido cuándo comenzó la crisis, la habríamos atajado en origen".
Fueren cuales fueren las razones, el hecho es que hoy el Partido Popular en la Comunidad Valenciana atraviesa por una seria crisis que ya nadie intenta disimular, por más que algunos se empeñen en encubrir la fractura colocando cataplasmas caseras. Unas declaraciones del consejero de Territorio y Vivienda a EL PAÍS el pasado domingo fueron el detonante. Rafael Blasco se mostraba partidario de que el presidente de la Generalitat lo fuera también del PP y admitía, con la boca chica, la existencia de algunas injerencias del partido en la gestión del Consell. La primera respuesta vino del presidente de la Diputación de Alicante: "No es necesario ser presidente de la Comunidad Valenciana para estar al frente del PP", decía José Joaquín Ripoll, quien, de paso, largaba una descalificación al consejero: "Todo el mundo sabe qué opinan de él las bases". El lunes la batalla se abrió en todos los frentes. Comenzó el presidente de la Diputación de Castellón y responsable de los populares en esa provincia. Carlos Fabra aseguraba: "Mi posición es no apostar por la bicefalia dentro del partido, ya que puede producir alguna inconcreción e incorrección política", y Serafín Castellano, presidente provincial de Valencia y portavoz del grupo parlamentario en las Cortes Valencianas, replicaba: "El liderazgo [de Eduardo Zaplana] es incuestionable, la opinión [de Rafael Blasco] no es la que tiene el PP, entre otras cosas, porque no es y no forma parte de los órganos del partido".
Las declaraciones del consejero de Territorio y Vivienda y sus correspondientes réplicas son, de momento, la última expresión de unas desavenencias que tuvieron sus picos más elevados en unas manifestaciones del consejero de Educación y Cultura, quien, al poco de estrenar el cargo, vino a decir que menos IVAM (por la reforma proyectada en este museo) y más escuelas, que no hay dinero en caja. Siguieron con el anuncio contra la fusión de las cajas de ahorro hecho por el presidente de la Generalitat; cobraron intensidad con la petición de dimisión del consejero Font de Mora por parte del diputado Eduardo Ovejero; se enconaron con el decálogo sobre el valenciano presentado en Ares del Maestre y se agravaron con la candidatura de José Luis Olivas al cargo de presidente de Bancaixa a espaldas, al parecer, de Francisco Camps. Las discrepancias arrancaban de atrás, de muy atrás. Una fuente cercana al presidente sitúa su origen en diciembre de 2002. Por aquellas fechas el caso Aguas de Valencia había estallado en las páginas de ABC y Francisco Camps, en su doble condición de secretario general y candidato del PP, realizó unas declaraciones descalificando al periódico Las Provincias, perteneciente al mismo grupo que el diario madrileño. Desde el entorno de Camps se sugiere que esas manifestaciones fueron impuestas por el equipo de Zaplana y contra la voluntad de aquél. Pero el hecho es que Camps nunca desmintió su autoría. A pesar de lo cual, la primera fisura en una relación hasta entonces monolítica había hecho su aparición. La precampaña electoral se desarrolló en un clima de extrema tensión por las consecuencias que se podrían derivar de la guerra de Irak y el hundimiento del Prestige. Una encuesta del CIS llegó a pronosticar la pérdida de la mayoría absoluta por parte del PP en las Cortes Valencianas. El candidato de los populares llegó a sentirse tan aislado que formó un pequeño grupo de personas al margen del aparato del partido. Este grupo le prestó apoyo logístico y alguno de sus miembros, incluso, pagó de su bolsillo sondeos electorales para contrastarlos con la información que les llegaba a través de los canales oficiales.
La revalidación de la mayoría absoluta puso el punto final a todas las tensiones. Zaplana y Camps volvieron a estrechar sus relaciones al punto de que el ministro de Trabajo no puso objeción alguna al nuevo Consell, pese a que en el mismo figuraban Esteban González y Gerardo Camps. Dos personas que el ministro prefería que siguieran en Madrid. Pero eran los nombres que visualizaban el cambio, al extremo de que el recién investido presidente llegó a decir: "Si pongo a todos mis compañeros de COU en el Gabinete y dejo fuera a Esteban y Gerardo nadie hubiera pensado que era mi Gobierno". El primer Consell de Francisco Camps se presentaba ante la sociedad sin provocar fricciones internas en su partido, salvo algún que otro resquemor personal aislado.
El 1 de julio de este año el nuevo Ejecutivo toma la decisión de constituir una comisión delegada de Asuntos Económicos que tenía como objetivo reforzar el control presupuestario sobre la gestión y bloquear cualquier proyecto que no tuviera consignación antes de su evaluación por el Consell. Aparentemente una medida para racionalizar el gasto, pero que suponía un giro de 180 grados respecto de la práctica seguida durante la etapa de Eduardo Zaplana. Ocho días después el consejero de Educación y Cultura, Esteban González, anunciaba la paralización del proyecto de ampliación del IVAM. Y el 23 de ese mismo mes el presidente de la Generalitat anunciaba en público su decisión de renunciar al proyecto de fusión de Bancaixa y la CAM. Demasiados cambios en un periodo muy corto. Al portavoz parlamentario y presidente provincial en Valencia del PP, Serafín Castellano, le faltó tiempo para salir y desautorizar las opiniones de Francisco Camps. Sus palabras contenían ya el germen argumental que se desarrollaría con posterioridad: el presidente se aparta de la política seguida por los gobiernos de Zaplana y se aleja del programa del PP. Sobre el anuncio de paralizar la ampliación del IVAM, fuentes cercanas al ministro de Trabajo se limitaron a señalar: "Es una decisión del Gobierno. Punto".
El mes de julio concluía con una vuelta de tuerca más sobre el titular del Consell. Un día después de que Zaplana pidiera en una junta regional del PP -en la que no estaba presente Francisco Camps- unidad para ganar las elecciones generales de marzo de 2004, Eduardo Ovejero, un diputado autonómico, reclamaba la dimisión del consejero de Presidencia, Alejandro Font de Mora, con la consiguiente repercusión mediática. La fisura abierta en diciembre de 2002 ya era una brecha. Desde la dirección regional de los populares, sin embargo, se minusvaloró este hecho. "Carlos Fabra pidió varias veces la dimisión de Fernando Modrego [ex consejero de Medio Ambiente] y nunca ocurrió nada", dijeron. "Por una cuestión así no se acaba el mundo, pero si se empeñan en filtrarlo y magnificarlo... La bisoñez de algunos les ha llevado a cometer muchos errores".
Los distintos responsables del PP aprovecharon el mes de agosto para aparentar una cierta calma. El presidente de la Generalitat anunció que su Gobierno seguía un camino "perfectamente diseñado" desde hacía ocho años. El consejero de Educación volvía sobre sus pasos y afirmaba que el mapa escolar estaba "técnicamente acabado". Zaplana decía que su supuesta polémica con Camps era un "folletín", pero apuntaba que seguiría al frente de la dirección regional del PP. Y en la cena de despedida del verano en Altea, los dos agonistas escenificaban su reconciliación ante 3.000 militantes. Las sonrisas de algunos miembros del Consell eran una pura máscara. Sabían, o decían saber, que durante ese mes de agosto, en Marbella, durante una comida con sus esposas que reunió, entre otros, a Pedro Antonio Martín Marín, Carlos Iturgáiz, Javier Arenas y Eduardo Zaplana, éste le había pedido al secretario general del PP que forzara la salida de Francisco Camps de la presidencia de la Generalitat. Una versión que es desmentida desde el Ministerio de Trabajo. En el Palau de la Generalitat se limitan a decir que "si el presidente es un obstáculo para el partido se marcha a su casa y aquí no pasa nada. Pero si se va no será a un ministerio, ni a otro cargo público, ni a ninguna empresa. Se irá a su casa y volverá a ser un ciudadano más, orgulloso de haber sido presidente de la Generalitat".
Pese a la evidencia de los hechos nadie asume ser el primero en iniciar las hostilidades. Una negativa que es más contundente entre los partidarios del ministro. Una fuente muy cercana a éste asegura que "no quiere pelear". Y un importante cargo orgánico del PP subraya: "No nos interesan las broncas porque pueden tener un coste electoral. Somos los primeros interesados en que se calme la situación, especialmente porque la cara de las elecciones será la del ministro de Trabajo. Necesitamos paz para lograr alcanzar los mejores resultados". El dirigente del PP, además, contraataca: "Es Camps el que abre el debate al plantear de forma gratuita e innecesaria la cuestión de la presidencia regional a pocos meses de las elecciones generales".
La respuesta llega desde un miembro del actual Gobierno: "El modelo [la unificación de la presidencia de la Generalitat con la del partido] ha funcionado bien hasta ahora y no hay ninguna razón para cambiarlo". "Es más", añade, "el éxito de Zaplana en las próximas elecciones generales dependerá de la buena gestión que lleve a cabo el presidente, al que en ningún caso se le puede ningunear. Ni a él, ni a la institución. Lo que ocurre es que hay un pequeño núcleo en el partido que está en una estrategia maoísta de culto al líder. Se equivocan, concluye, quienes confunden el partido con el Gobierno. Camps es el presidente de todos los valencianos, no sólo de los militantes del PP".
Pero en la dirección del Partido Popular se cree que hay una estrategia "para liquidar el legado de 8 años que son los mejores de su historia. Hay un intento mediático que se alimenta desde el Consell para que Eduardo Zaplana desaparezca de la Comunidad Valenciana". Una opinión que se subraya aún más desde Trabajo: "Existe un odio africano en la prensa valenciana. Como si necesitara aniquilar siempre a alguien. Primero se hizo con Abril Martorell, luego con Lerma y ahora con el ministro. Algunos, incluso, en lugar de ver en Camps un buen gestor, pretenden hacer de él un instrumento de una aniquilación política".
En el Consell las cosas se ven de muy distinta manera: "¿Cuántas veces debemos cantar las glorias y alabanzas de la gestión de Eduardo Zaplana para que él y los suyos se den por satisfechos? El presidente no ha dejado de repetir que su trabajo aquí ha sido magnífico y estupendo y que la actual Comunidad Valenciana no se entendería sin la gestión de Eduardo [Zaplana]".
Por muchos que sean los elogios, más son los agravios que se observan en el otro lado. A la creación de la comisión delegada para asuntos económicos se sumó la destitución de Luis Esteban al frente de la Sociedad Parquet Temático de Alicante (SPTA). Dos decisiones claves para conocer el flujo del dinero. Las tensiones se agudizaron, y el nerviosismo en el segundo escalón también: "Cómo quieren lograr la estabilidad. No se le puede decir a la gente te nombro hasta marzo y a partir de ese mes que te den. A la gente hay que darle cariño, el poder viene rodado cuando se es presidente". Como en todo lo demás no hay acuerdo: "Apenas hemos introducido dos cambios en el segundo escalón y uno de ellos, el de Eloy Velasco [ex director general de Justicia], nos lo sugirieron desde el anterior equipo. Qué quieren".
La confrontación sigue con el decálogo del valenciano. Unas recomendaciones que se utilizan para insinuar un frente de alcaldes que rebrotan la llama del alicantinismo. Un rebrote al que, dicho sea de paso, contribuye una falta de sensibilidad desde Valencia. Pero el decálogo, y en esta cuestión sí parece que existe un cierto consenso, no es otra cosa que una excusa para tensar las relaciones con el Consell y apuntar directamente al consejero Esteban González, el hombre que, según algunas fuentes, debe ser el primero a abatir para debilitar la posición de Camps.
No hay decisión que no suponga un problema en las relaciones entre presidencia de la Generalitat, el PP y Zaplana. La penúltima fue el impulsar la candidatura de José Luis Olivas a la presidencia de Bancaixa. Presidencia había apostado por mantener los actuales equipos en las dos cajas de ahorro y en la Feria de Valencia, pero se encontró con la sorpresa de Olivas, pese a no tener nada en contra de su designación. ¿Qué ocurrió?: desde el Consell afirman que se actuó a espaldas del presidente, pero desde Madrid se insiste en que Camps conocía de sobra la propuesta. ¿Quién dice la verdad?
Un consejero que ya perteneció a los equipos de Eduardo Zaplana y que ahora le es leal a Francisco Camps, aunque no participa en la confrontación, asegura desde un cierto distanciamiento que la situación actual no puede mantenerse más allá de Navidad, algo en lo que coincide con un antiguo cargo provincial del PP valenciano.
Desde esa distancia se muestra moderadamente crítico con la pasividad del presidente. "Camps, afirma, debe convertirse en un referente político y no mantener ese quietismo. La prudencia derivada de la responsabilidad puede confundirse con el no hacer nada". Y añade: Tenemos tres retos por delante: medios de comunicación en los que no estamos presentes. Empresarios: confían en el presidente, pero les gustaría verle actuar con más decisión. Y alcaldes, debemos hablar más con ellos porque son el auténtico poder en el partido".
Camps parece haber escuchado a este consejero a tenor de los encuentros que ha mantenido en los últimos días en Alzira y en Requena. Una persona cercana al presidente es categórica al afirmar que Madrid ya ha tomado una decisión y que Camps será el próximo presidente regional del PP, pase lo que pase. Pero desde la actual dirección de los populares se advierte: "Un congreso, ahora, lo ganamos de calle. Sería un paseo militar".
Un observador socialista también cree que habrá un "abrazo de Vergara" entre los principales agonistas de la crisis de los populares valencianos, aunque advierte de que el pacto supondrá que habrá bajas en los dos bandos. Precisamente las de quienes más se han significado en la batalla
El fin de la gran simbiosis
Una sola y escueta frase ("el presidente de la Generalitat debe presidir el PP") del consejero de Territorio, Rafael Blasco, ha supuesto el fin del matrimonio público más fecundo que ha dado la política valenciana en los últimos años. Esta declaración, que no ponía en tela de juicio la trayectoria de Eduardo Zaplana y que era una obviedad hace unos meses, en cambio ha tenido el efecto de un torpedo en la línea de flotación del ministro de Trabajo, que desde que dejó la presidencia de la Generalitat está tratando de retener a toda costa el poder que le confería el cargo de jefe del Consell, supeditando la máxima institución de los valencianos, ahora gobernada por el también popular Francisco Camps, a la estructura orgánica del PP que él aún preside.
Blasco, con el destino político unido a Zaplana desde 1995, hacía visible así su posición ante un conflicto larvado, pero ya incontenible, que empezó a aflorar en el verano, cuando Camps constató que la voluminosa deuda de la gestión de su antecesor lastraba con plomo las alas de la Generalitat y empezó a efectuar correcciones sobre proyectos que ya estaban en marcha. La respuesta a la inesperada observación de Blasco ha sido furibunda por parte de los lanceros nada autogestionarios del ministro. Zaplana había soltado las riendas a la jauría y daba por rota la relación.
A principios de 1995 Blasco vivía horas bajas. Había fracasado en su intento de poner en marcha un proyecto político con el nombre de Convergència Valenciana, en el que trató de agrupar la dispersión del nacionalismo valenciano de distinto signo para refundarlo y obtener presencia parlamentaria, lo que hubiese facilitado su regreso a la política, de la que fue arrancado de cuajo bajo la sombra de cohecho por Joan Lerma, de quien había sido estrecho colaborador en sus distintos gobiernos en la Generalitat socialista. Su destitución al frente de la Consejería de Obras Públicas en 1989 había ido acompañada de una implacable persecución orgánica y un ácido proceso judicial que deterioró su prestigio político, pero del que había logrado salir ileso al ser absuelto por el Tribunal Supremo en 1993. Sin embargo, en el horizonte político no había sitio para este remoto luchador del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico.
Entonces recibió la llamada de Zaplana. Blasco había sido una figura neurálgica en la Generalitat socialista como consejero de la Presidencia y de Obras Públicas. Había urdido el entramado administrativo y político del gabinete autonómico, había ordenado el territorio, había impulsado la creación de la Ràdio Televisió Valenciana, incluso había proyectado la red de metro en Valencia. Conocía como la palma de la mano la selva y la fauna que Zaplana aspiraba a ocupar y someter, si las encuestas que tenía en el bolsillo eran refrendadas por las urnas. Y tenía abierta una herida psicológica que sólo podía restañar su regreso a la política. Zaplana le brindó un pasaje a la rehabilitación a cambio de que lo ayudara en la campaña electoral y lo guiara en el interior del Palau de la Generalitat para camuflar al máximo su bisoñez e inseguridad. A partir de entonces, Blasco y su mujer, Consuelo Ciscar, empezaron a dejarse ver en algunos actos electorales del PP. Era la parte perceptible de una intensa colaboración que ya se desarrollaba en la sombra como coordinador del programa de administraciones públicas del PP.
A la llegada de Zaplana al Palau, gracias al pacto del pollo con Unión Valenciana (UV), Blasco se convirtió en su lazarillo desde la Secretaría de Planificación y Relaciones Externas. Allí, con su experiencia, era una pieza imprescindible en el engranaje del nuevo Consell. Articuló un discurso que ponía el acento en la autoestima y que bautizó como poder valenciano, aprovechó la coyuntura propicia del pacto en Madrid entre el PP y CiU para promover el pacto lingüístico, desplegó la estrategia para fagocitar a Unión Valenciana y demoscópicamente engordó al Bloc Nacionalista Valencià lo suficiente para que no lograra representación pero para que sangrase el máximo de votos socialistas. Era el disco duro de Zaplana.
Como compensación, Zaplana lo nombró en 1999 consejero de Empleo, y sólo un año después, de Bienestar Social. En ambos departamentos creó un lenguaje social cuya sintaxis era fácilmente reconocible en el texto de la ponencia que Zaplana defendió en el XIII congreso del PP en Madrid, y cuyo efecto supuso un adelantamiento por la derecha al PSOE en políticas sociales. La deuda de Zaplana con Blasco había expirado con su regreso al Consell, sin embargo el ex socialista se había convertido en un sólido valor estructural de la Generalitat popular.
Su presencia en el primer gobierno de Camps ya era una respuesta a esa necesidad. El nuevo presidente, sin que se produjese la intermediación de Zaplana, le ofreció que continuase en su proyecto. La simbiosis ya estaba muerta: Blasco se debía a quien le había nombrado en el cargo. La confianza de Camps era máxima: le había reservado la Consejería de Territorio y Vivienda, una de las más vistosas de su Gobierno y con un gran protagonismo político por la Ley de Ordenación del Territorio y el impulso de viviendas sociales. Desde la amplia perspectiva de Blasco en el Consell, no se había producido una relación de poder tan perversa para la institución como la planteada por su antigua pareja de baile, y como miembro del Gobierno no afiliado al PP era el más indicado para lanzar la piedra sobre la placa de hielo que disimulaba las procelosas aguas del estanque en favor de Camps ( Noviembre 2003 )
Publicado en El País. Noviembre 03
LAS AMISTADES PELIGROSAS DE EDU $ ZAPLANA
el ex presidente de NICARAGUA arnoldo Alemán, apoyado y financiado por instituciones valencianas, condenado por robar
Más información para los curiosos
periodistas de investigación«¡Condenado! El ex presidente Arnoldo Alemán Lacayo pasó a la historia este domingo como uno de los presidentes más corruptos de América Latina, al ser condenado de 20 años de presidio por ser culpable de cometer los delitos de lavado de dinero, fraude, malversación de caudales, asociación e instigación para delinquir y delito electoral en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense». La Prensa de Managua acogía de esta forma una sentencia que considera el triunfo del pueblo y de la democracia. Ocho millones de euros sustrajo del erario
público, según el fallo judicial, aunque el fiscal le imputaba un latrocinio de 100 millones. ¿Parte de ese dinero robado había llegado de las instituciones valencianas? Esta pregunta difícilmente podrá despejarse. La Diputación de Valencia, en 1999, y las Cortes Valencianas, tres años después, se negaron a crear comisiones de investigación para hacer un seguimiento de las importantes ayudas económicas con destino a programas de cooperación, todo ellos saldados con diversas polémicas.
Alemán, apodado El Gordo, gobernó el país americano, el segundo más pobre de ese continente, desde 1997 a 2002. Pero la relación con los políticos valencianos se fraguó antes, en su etapa como alcalde de Managua. Los entonces concejales en el Ayuntamiento de Valencia Manuel Tarancón y Társilo Piles entablaron un relación de amistad con el todavía líder del Partido Liberal Constitucionalista. Promovieron hasta una asociación en la que participaban cargos públicos valencianos de diversa ideología. En marzo de 1992, Alemán contemplaba al lado de Rita Barberá una mascletà fallera. Era el invitado oficial y todos le agasajaban. En 1997 y en 1998 regresó al balcón del Ayuntamiento de Valencia también en Fallas, pero esta vez ya como presidente de la República de Nicaragua y con un extenso séquito. Flanqueado por Zaplana y Barberá, Alemán lució elegantes trajes de corte italiano. Los que lo conocen admiten su obsesión por el dinero y la buena vida. La llegada de Tarancón a la presidencia de la Diputación de Valencia coincidió con un importante incremento de las ayudas a Nicaragua. Se llevaba más de la mitad de la partida a la cooperación, que ascendía a unos 160 millones de pesetas.
En enero de 1998, Eduardo Zaplana y una treintena de acompañantes, entre periodistas, industriales y políticos, volaba a Managua. Las expectativas de los empresarios estuvieron muy lejos de cumplirse. No había negocio a la vista. El entonces presidente del Consell anunció a bombo y platillo que la Generalitat financiaba la construcción del Hospital de los Maestros, que, al menos en teoría, costó unos 340 millones de pesetas. Alemán no dudó en convertir las obras del centro sanitario en reclamo de voto. «Obras, no palabras», rezaba un cartel colocado estratégicamente en la parcela en la que se construía la instalación cuando comenzaron las obras. En letras de cuerpo sensiblemente menor se informaba de la financiación de la Generalitat.
La prensa nicaragüense siempre vio a los valencianos, que a finales de la década de los 90 visitaban el país con cualquier excusa, como aliados políticos de Arnoldo Alemán. Los taxistas hicieron popular «los valencianos», como si de unos ricos conquistadores se tratara. «Los valencianos constituyen uno de los principales socios del Gobierno liberal del exterior», publicaba en 1997 la revista nicaragüense Confidencial.
Zaplana descartó inaugurar un hospital en el que ha habido sus más y sus menos por su gestión y por el hecho de restringir el acceso de los supuestos destinatarios a los maestros de escuela. Los episodios protagonizados por la Diputación de Valencia en la ayuda a Nicaragua son numerosos y, varios de ellos, bochornosos.
El hermano de un testaferro de Alemán trabajaba para la institución provincial y llegó a coordinar las ayudas a las ONG´s. Con los millones recaudados para paliar los efectos del huracán Mitch se construyeron unas viviendas, barracones en realidad, en zona inundable. Sin agua potable y sin luz. Finalmente, sólo el 40% de las casas tuvo como destinatario a damnificados del huracán. En 2001, el olor a corrupción traspasó las fronteras. Los fieles amigos valencianos que invitaban a Alemán al Palau de la Generalitat, ayuntamiento y diputación de Valencia dejaron en el olvido al presidente temerosos de salir salpicados.www.levante-emv.com
(*) Publicado el 15.12.03 en
PAROLE, PAROLE, PAROLE
" La vivienda, que es un bien necesario y un derecho de todos los ciudadanos establecido en el art. 47 de la Constitución, sigue siendo uno de los problemas más graves para la sociedad española, por su difícil o imposible acceso. En los últimos años los precios de la vivienda se han multiplicado de una manera desorbitada, se ha facilitado la especulación del suelo y hoy la media de gasto en vivienda absorbe más del 40% de la renta familiar, cifra muy superior a la europea. El PP cree que es posible hacer otra política de vivienda, que permita reducir su coste y facilitar el acceso a una vivienda digna a quienes hoy tienen más problemas, especialmente la juventud"
( Programa Electoral PP.1996)
LA FRASE HECHA
"La austeridad, entendida en su sentido originario como sobriedad, sencillez y ausencia de alardes, ha de ser la primera característica del comportamiento de los poderes públicos y de sus servidores. Recuperar el sentido de la austeridad es una tarea que me propongo llevar a cabo. Un gobernante no debe olvidar nunca que cada peseta que gasta procede del dinero del contribuyente y que el despilfarro ha de ser considerado como un atentado a la misma democracia. Confieso que frente al gusto por las parafernalias del poder me resulta mucho más atractivo hacer de la sencillez una señal distintiva de comportamiento. Convertir este criterio en hábito es un antidoto contra muchos males".
(Líder cósmico 1994. La Segunda Transición, pág 65)LAS NOTICIAS TAL CUAL
ZAPLANA ADQUIRIÓ SU PISO DE MADRID CON UN PRÉSTAMO DE 1,62 MILLONES DE LA CAM
El ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Eduardo Zaplana, ha adquirido recientemente un piso en Madrid que le ha supuesto una inversión de 1.622.732,68 euros, cantidad que corresponde exactamente a 270 millones de las antiguas pesetas. La compra de esta propiedad inmobiliaria, registrada a su nombre y al de su esposa, Rosa Barceló, en régimen de gananciales, se efectuó el pasado 19 de noviembre de 2002, según consta en la correspondiente escritura notarial de compraventa.
El pago por la adquisición de esta propiedad se realizó mediante un préstamo hipotecario concedido conjuntamente al matrimonio Zaplana-Barceló por la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) el mismo día en que se llevó a cabo la operación inmobiliaria, según se recoge en la escritura de condiciones del crédito, formalizada ante el mismo notario, Juan Carlos Caballería Gómez, del colegio de Madrid.
La anterior propietaria del piso, una persona física, recibió del matrimonio Zaplana-Barceló la cantidad de 1,62 millones de euros en dos cheques bancarios en el mismo acto de escriturar la compraventa, algo habitual en este tipo de transacciones en las que se hacen coincidir todos los trámites en una misma operación y ante el mismo fedatario público.
El piso comprado por Zaplana está situado en una de las zonas más cotizadas y caras de la capital de España: en pleno Paseo de la Castellana. El edificio, dedicado íntegramente a viviendas habituales, alberga una vivienda por planta.
La nueva propiedad de Zaplana puede considerarse muy amplia, ya que dispone de 532 metros cuadrados útiles. Así se desprende de la descripción detallada que se hace del piso en el correspondiente registro de la propiedad de Madrid .
El piso consta, según la escritura, de un vestíbulo, un salón con chimenea, una sala de estar, un comedor, un cuarto de armarios, dos cuartos de baño y uno de aseo para los señores, un cuarto de vestir, cuatro dormitorios para los señores, un despacho, un vestíbulo para los niños, oficio, comedor para el servicio, cuarto de plancha, un dormitorio para el servicio, un cuarto de baño y cuarto de entrada y armarios, y cocina.
Toda esta distribución ocupa una superficie total de 479,20 metros cuadrados, a los que hay que añadir una terraza principal, de 31,22 metros cuadrados, y una terraza de servicio con otros 21,55 metros cuadrados. En total, la superficie útil de la vivienda suma 532 metros cuadrados. La nueva propiedad de Zaplana incluye, además, un trastero en el sótano de casi 8 metros cuadrados y dos plazas de garaje.
Las condiciones establecidas en el crédito hipotecario concedido por la CAM al matrimonio Zaplana-Barceló establece «una total responsabilidad hipotecaria» que asciende a casi 2,30 millones de euros (371 millones de las antiguas pesetas) al añadir varios conceptos en el caso de que hubiese impago de las cuotas establecidas.
No obstante, esta cantidad está cubierta por el valor de tasación del piso, que realizan empresas especializadas del sector inmobiliario, en el caso de una subasta y que suele ser el precio de referencia a la hora de que una entidad financiera conceda un crédito. En este caso, la valoración fijada es de 2.658.723 euros, es decir, más de 442 millones de pesetas.
Las condiciones de devolución del crédito señalan una carencia de tres años para el pago del principal, período en el que únicamente se pagan intereses. Durante el primer año, en pagos trimestrales, el interés aplicable es del 3,36% anual. Las cuotas por mes en este período, según la escritura, ascienden a 8.044,47 euros.
A partir de ese momento, el interés variable que se fija es el euribor, el índice de referencia más utilizado, aumentado en un 0,40%, con renovaciones anuales al alza o a la baja coincidiendo con el mes de noviembre, momento en que se formalizó el crédito. Tras los primeros tres años de carencia de principal, los pagos de capital e intereses se realizarán en 300 mensualidades, es decir, 25 años.
Fuentes del sector inmobiliario de Madrid especializados en compraventa de inmuebles de alto valor explicaron que el precio medio en la zona El Viso-Paseo de la Castellana ronda los 4.700 euros por metro cuadrado. «Evidentemente, una transacción como la descrita puede considerarse muy ventajosa», dijo un especialista en el sector.
Respecto a las condiciones del crédito hipotecario explicaron que «la carencia de tres años en la devolución del capital siempre beneficia al deudor. El interés variable puede considerarse beneficioso, especialmente si se trata de una caja de ahorros».
Se da la circunstancia de que en la misma operación de compraventa, siempre ante el mismo notario, la anterior propietaria canceló la hipoteca contraída en su día con la Caixa cuando, a su vez, adquirió el piso y que gravaba la propiedad. Por lo tanto, el piso fue adquirido «sin cargas» por parte del matrimonio Zaplana-Barceló
Zaplana devuelve el crédito con cuotas mensuales de 8.044,47 euros, pagaderas a trimestres vencidos, durante el primer año. En este plazo inicial el tipo de interés aplicable es fijo, al 3,36% anual, según se recoge en la escritura que detalla las condiciones del crédito hipotecario. Estas cuotas mensuales, equivalentes más de 1,3 millones de las antiguas pesetas, son sensiblemente inferiores a su sueldo como ministro, fijado anualmente por los presupuestos generales del Estado. Concretamente, la retribución bruta anual de un ministro del Gobierno como Zaplana queda establecida para este año de 2003 en 72.048,96 euros (unos 12 millones de pesetas).
Ese sueldo se percibe en doce mensualidades, sin pagas extraordinarias, según el artículo 23.1 de la ley de presupuestos generales del Estado vigente. Por lo tanto, el sueldo de Zaplana como ministro es de 6.004,08 euros al mes. La diferencia entre su sueldo y las cuotas mensuales del crédito hipotecario es de 2.040,39 euros. Los miembros del Gobierno no reciben otras retribuciones y la legislación solo contempla, al margen de los gastos devengados, unas dietas fijas cuando viajan fuera de Madrid, similares a las de los funcionarios de mayor rango. Asimismo se prevé el pago de la vivienda cuando un ministro procede de fuera de la capital de España (Zaplana ha estado residiendo desde su nombramiento en la vivienda existente en su ministerio).
En la escritura del préstamo no figuran avalistas terceros u otras garantías adicionales aportadas por los prestatarios. El único bien que lo garantiza es el propio piso. Para ello, según recoge la escritura, está tasado «para subasta» en la cantidad de 2.658.723 euros (más de 442 millones de pesetas), cifra que supera en un millón de euros al del precio de la compra-venta. El pago de estas cuotas de 8.044, 47 euros se prevé durante el primer año, ya que después se aplica el interés variable pactado para el resto de la vigencia del préstamo: el índice euribor aumentado en 0,40 centésimas. Este índice de referencia, el más habitual en operaciones hipotecarias, está actualmente fijado en el 2,504%.
Las condiciones del crédito hipotecario establecen que durante los tres primeros años -el primero con interés fijo y los dos siguientes variable- hay una carencia para devolver el capital prestado. Solo a partir del tercer año y durante un plazo de 300 meses (25 años), según se establece en la escritura. se amortiza el principal, 1,62 millones de euros, y los correspondientes intereses pendientes fijados, al alza o a la baja, según el euribor más 0,40 centésimas. ) Abril 2003 )
(Información publicada en la edición digital del periódico El Levante
www.levante-emv.com )TORNAR A LA PRINCIPAL